viernes, 9 de julio de 2021

Solo el arte nos salvará

Desde hace cierto tiempo, varias voces claman que se avecinan tiempos difíciles para la humanidad. Por ejemplo, la riqueza cada vez se concentra en menos manos. Si hace unos años el 20% de la población poseía el 80% de los recursos, ahora es un 10% el propietario del 90% del planeta. Y, en el caso de que alguien quiera hacer algo para denunciar esta situación y luchar contra ella, le será más difícil que nunca, porque los medios de comunicación posibles gracias a las redes informáticas, que en sus comienzos parecía que iban a ofrecer una plataforma para que todos pudieran hacer oír su voz, amenazan en convertirse en lo contrario. Con unos medios físicos cada vez menos importantes, la comunicación mediante ordenadores y teléfonos ha demostrado ser extremadamente fácil de vigilar, falsear y, en definitiva, controlar. Teniendo en cuenta estos avances ya imparables, parece imposible que ese poderoso 10% encuentre algún motivo para dedicarse a cualquier cosa que no sea luchar por ampliar aún más su influencia y su diferencia respecto a los demás.

Pero, ¿y si hubiera una esperanza?, ¿y si existiera una manera mediante la que un ciudadano normal pudiera influir a los que tienen el poder para que no se olviden de los problemas de esa amplia mayoría condenada a la irrelevancia? Tal vez la haya y nos haya acompañado desde el origen del ser humano, porque desde siempre el arte ha permitido al ser humano indagar y transmitir sus deseos y sus frustraciones. Y no estoy hablando de un Arte con mayúscula, compuesto tan solo por pintores cuyos cuadros se exponen en los museos y literatos cuyas obras ganan premios y pasan a la posteridad. Aunque no lo excluyo, me refiero a la acepción más amplia del arte, que incluye novelas baratas y cómics para adolescentes, canciones pop con estribillos contagiosos y culebrones interminables que parecen contar siempre la misma historia. Toda expresión, ya se trate de ficción o no, que intente transmitir con cierta belleza lo que significa ser humano. Porque para todas estas obras, por insignificantes que sean, existe la posibilidad de que en algún momento caigan en manos de alguno de los afortunados pertenecientes a ese exclusivo 10% y les hagan pensar sobre lo que pueden hacer con su vida y con todo el poder que tienen a su alcance. Nadie sabe lo que nos inspira y tal vez esas películas de serie B en las que aparecían planetas imaginarios sean el motivo profundo que lleva un niño a querer convertirse en astronauta o tal vez esa serie lacrimógena que narraba las desventuras de una familia de esclavos haga que alguien decida luchar contra la injusticia.

 

Hay cierta paradoja en esta visión, ya que muchos han considerado el arte como un instrumento que la clase dominante empleaba para oprimir y explotar a las masas. Aunque quizás en el pasado haya sido así, el mundo ha cambiado. Si bien antes era necesario disponer de un enorme número de trabajadores dispuestos a atender las necesidades de los que se encontraban en la parte superior de la pirámide, los avances tecnológicos, en especial en inteligencia artificial y robótica, están haciendo que una gran parte de la humanidad tal vez deje de ser necesaria dentro de unos años. Si este es el caso, dentro de unos años, el papel del arte podría convertirse exactamente en lo contrario, la única manera mediante la que los irrelevantes pueden lograr que los que lo tienen todo les escuchen, cuando la lógica, la necesidad y las demás motivaciones que hasta ahora podían tener hayan desaparecido.

Y, como suele ocurrir, tal vez la mejor manera de hacerlo sea la más disimulada. Una semilla de justicia puede estar enterrada dentro del más intrincado bosque de banalidad y, sin embargo, contener la posibilidad de germinar si aterriza en el lugar adecuado. Tal vez haya ya quien lo hace así. «En tiempos de crisis, los sabios construyen puentes, mientras que los necios levantan muros.» es una frase que pronuncia de pasada el protagonista de una fantasía superheróica poco antes de que termine la película y, a pesar de la espectacularidad de las peleas, persecuciones y armas extravagantes que la preceden, es lo que se me ha quedado grabado de ella y, con un poco de suerte, tal vez a alguien más, capaz de influir en el futuro del ser humano, aunque todavía no lo sepa, se le haya quedado grabada también y, algún día, aún sin saber muy por que piensa de la manera que lo hace, pueda ponerla en práctica.

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