sábado, 19 de febrero de 2022

¿Qué es y qué no es la psicología positiva?

 Al igual que se oye a veces que la teoría de la realidad consiste en que  «todo es relativo», también hay quien dice que la esencia de la psicología positiva es que «siempre hay que ser positivo». Afortunadamente, no es así.


La psicología positiva nace como complemento de la psicología tradicional y, en lugar de centrarse en el tratamiento de los problemas psicológicos, estudia los comportamientos que hacen que algunas personas no desarrollen estos problemas. Es decir, si el término «psicología positiva» nos produce reparos, tal vez podríamos denominarla «psicología preventiva», ya que nos ofrece herramientas para mejorar nuestro estado psicológico, de la misma manera que ciertos hábitos saludables nos ayudan a protegernos de enfermedades físicas.

De hecho, lo primero que nos dice la psicología positiva no es muy positivo. Nuestra felicidad psicológica está determinada aproximadamente al 50% por el ADN, de manera que si hemos tenido una suerte horrible con nuestro ADN, nos será difícil elevar nuestro grado de felicidad a un nivel tolerable. La psicología positiva continúa desmontando algunas de las maneras que muchos creen que pueden servir para alcanzar la felicidad. Ganar mucho dinero, comprarnos todo lo que nos apetezca y disfrutar de placeres físicos puede hacernos felices durante un breve intervalo de tiempo, pero no nos servirá a largo plazo. ¿Entonces qué se puede hacer para alcanzar la felicidad? Estudio tras estudio ha demostrado que son las relaciones humanas las que tienen un efecto más importante sobre el nivel de felicidad. Tener un sentido de propósito, ya sea la religión, objetivos profesionales o de otro tipo, también ayuda, así como el bienestar que experimentamos cuando entramos en un estado de flujo, es decir, cuando nos enfrentamos a un reto del nivel adecuado y mantenemos el control y nos dejamos llevar al mismo tiempo.

Otra creencia errónea sobre la psicología positiva es que hay que mantener siempre un talante positivo. En realidad, la psicología positiva da la bienvenida a todas las emociones: frustación, ira, tristeza, envidia... son todas emociones que, aunque a veces no sean agradables, son necesarias. La psicología positiva tan solo afirma que es importante reconocerlas y saber responder a ellas, tal como se resume en el lema «todas las emociones son aceptables, pero algunos comportamientos no lo son». Es decir, ante una infidelidad de nuestra pareja, es natural que nos inunden los celos y la ira, pero eso no nos da permiso para acabar con la vida de quienes nos han engañado.

Por último, hay quien relaciona la psicología positiva con una especie de «todos los sueños pueden cumplirse». Aunque muchos libros de autoayuda de dudosa utilidad se hayan escrito afirmando basarse en la psicología positiva, eso no hace que los preceptos de esta desmerezcan, de la misma manera que las miles de dietas milagrosas que nunca funcionan no contradicen que estar delgado sea bueno para nuestra salud. En cualquier caso, cumplir nuestros sueños es algo que está intímamente ligado con el sentido de propósito que nos hayamos marcado y, aunque no hay reglas generales, lo único cierto es que nada importante se consigue sin esfuerzo y, aún así, nadie puede garantizarnos que conseguiremos lo que deseamos.

En resumen, la psicología positiva tan solo dice que nuestra felicidad la determinará nuestra ADN, que lo que nos hace felices es la gente que tenemos a nuestro alrededor, que hay actividades en las que el tiempo se nos pasa volando y que vamos a sentir todo tipo de emociones ante las que tendremos que saber responder. Qué locura, ¿verdad?