A pesar de la inmediatez que ha traído este nuevo medio, también ha traído cambios que tal vez no sean tan agradables y es que la información que ahora abarrota Internet parece estar destinada al consumidor compulsivo de información. Es decir, la mayoría de los sitios están diseñados para un consumo continuo de información, veinticuatro horas al día y siete días de la semana. La mayoría de las apps dan por supuesto que nada nos importa tanto como conocer la última novedad del tema que nos interesa, ya sean deportes, economía o cine, por lo que se sienten con derechos a inundarnos con decenas de notificaciones y mensajes diarios.
Por supuesto, queda la opción de desinstalar estas apps o, por lo menos desactivar sus notificaciones, con lo que pasamos de un extremo a otro, de la notificación constante a la oscuridad informativa. No resulta fácil encontrar un término medio y, si no sigues a diario un sitio informativo, es fácil que te pierdas noticias relevante y, por el contrario, veas numerosas veces repetida la misma noticia desde diferentes puntos de vista.
Evidentemente, la solución no radica en volver a los formatos antiguos, que ya han iniciado su inexorable reconversión, sino en avanzar un paso más en la propia concepción de la información que ofrece Internet. Si los agregadores de noticias han demostrado que ya resulta interesante disponer de un solo medio para que nos suministre información, tal vez ahora haya llegado el momento de crear compiladores de noticias, herramientas capaces de adaptar la información exactamente a la dosis que deseamos. Una misma aplicación debería ser capaz de informarnos en dos minutos de todas las noticias que han ocurrido en las últimas veinticuatro horas, como de ofrecernos un resumen de lo más destacado del mismo mes y, esta selección no debería basarse en unos criterios externos, que es como funcionan por ejemplo los periódicos digitales que ofrecen este escalonamiento de información en su portada, sino en las circunstancias personales de cada usuario.
Para acometer acertadamente esta labor, será preciso desarrollar técnicas que permitan dar cuerpo a la información, procesarla para separar lo interesante de lo irrelevante y, aún así, darnos la oportunidad de profundizar hasta el detalle más nimio si así nos interesa o, por lo contrario, conseguir una panorámica que abarque varios años. Y, por supuesto, la presentación debería tener un cuerpo suficiente para captar nuestra atención durante más de los cinco minutos de rigor que el usuario suele dedicar al móvil. A fin de cuentas, con las tecnologías actuales, la información ya no está siquiera en los ordenadores y en los teléfonos móviles, sino también cada vez más en las tabletas y los televisores inteligentes, recuperando en cierta manera el mismo lugar que ocupaba hace años, pero de una manera completamente diferente que puede llegar a ser más interesante que nunca.