sábado, 11 de mayo de 2019

El mundo que quiso ser una novela de Julio Verne

Hay cierta división entre quienes atribuyen a Julio Verne haber anticipado diversos adelantos tecnológicos, como el submarino, el helicóptero o incluso internet, y quienes consideran que hay otros autores que merecen tal mérito. Independientemente de quién tenga razón, lo cierto es que ambos puntos de vista consideran que existe un futuro lejano pero estático que Julio Verne, o quien fuera, podía observar empleando su imaginación como si fuera un catalejo para transmitirnos su visión de lo que estaba por venir.


Tal vez parezca que estas dos opciones cubren todo el espectro de posibilidades, ya que a la pregunta de si Julio Verne fue el primero en vaticinar estos avances solo puede contestarse con un sí o con un no, lo cierto es que hay una tercera opción, que consiste en que, al plasmar sus ideas en el papel en unos libros que alcanzaron tanta difusión, se colaron en la imaginación de miles de niños, algunos de los cuales al crecer se convirtieron en investigadores y técnicos que se fijaron como meta de su vida profesional convertir en realidad lo que cuando eran niños no era más que un sueño.

No hace falta remontarse al siglo XIX para encontrar ejemplos de este tipo y, por supuesto, muchos de los sueños que ahora rondan la imaginación colectiva todavía no se han hecho realidad. Basta con acordarse de las cabinas de teletransporte de «Star Trek», la proyección holográfica de la princesa Leia en «La Guerra de las Galaxias», el patinete volador de «Regreso al futuro» o la interfaz futurista de «Minority Report», para adivinar que sin duda habrá inventores que, durante su trabajo, sueñan con hacer realidad esos avances, con la certeza de que tendrían éxito, porque esas ficciones han servido para crear un mercado para productos que aún no existen.
 
Así, cuando un autor escribe, su obra no es solo la creación literaria que recoge sus ideas, ya que si su propuesta resulta lo suficientemente atractiva, puede conseguir que el mundo entero intente parecerse un poco a lo que describe. Aunque a veces ocurre justamente lo contrario y el mundo creado por el escritor se convierte en la antítesis de lo que los seres humanos buscan, en cuyo caso su obra serviría más bien como señal de advertencia, tal como ocurre con libros como «1984» o «Un mundo feliz», que no señalan la dirección en la dirección que queremos ir, sino caminos que queremos evitar.

Este efecto no se limita al campo de la tecnología y la sociedad. Las imágenes que nos ofrece un escritor pueden servir para definir en el futuro incluso lo más íntimo, como pueden ser las relaciones humanas. Por intrascendente que pueda parecer el romance entre una humana y un vampiro de la novela «Crepúsculo», lo cierto es que su éxito ha hecho que muchos integrantes de una generación hayan pasado su adolescencia soñando con encontrar a un Edward o a una Bella, o tal vez incluso convertirse en ellos. Y lo mismo ocurre con otros roles que desempeñamos en nuestras vidas, como puede ser el de padre, hijo o amigo. Hay veces en los que un libro, una película o una obra de arte prende nuestra imaginación y nos muestra cómo querríamos que fueran nuestras relaciones.

Por tanto, el arte y el entretenimiento no son inocuos ni tampoco son expresiones expresiones inútiles del ser humano, sino un lienzo en el que cualquiera puede esbozar el futuro con el que sueña sin ningún tipo de limitación. Todo lo que se sueña puedes transformarse en un personaje, una trama o un lugar, que si resulta es suficiente hermoso y logra inspirar a los demás, acabará por convertirse en realidad. La vida tal vez no supere siempre a la ficción, sino tan solo siga sus pasos.