jueves, 27 de julio de 2017

La invasión de las secuelas, precuelas e intercuelas

No hay más que echarle un vistazo a la lista de las películas que más han recaudado durante los últimos años para comprobar que la cartelera está plagada de películas que intentan aprovechar el filón de cualquier éxito. En ocasiones, cuando una saga literaria estaba a punto de agotarse, se ha llegado al punto de dividir la última entrega en dos partes, como ocurrió con «Crepúsculo» o «Harry Potter», por ejemplo.


Con tanta secuela, se escucha con frecuencia que a los guionistas de Hollywood se les ha acabado la imaginación. No creo que sea así y probablemente cada día lleguen a los despachos de los estudios cientos de guiones con ideas originales que acabarán en la papelera.

Por tanto, la cuestión no es tanto si los guionistas siguen siendo capaces de tener o no nuevas ideas, sino por qué tienen tanto éxito en el público. Y no vale la excusa de que estas películas tienen éxito porque no hay otra cosa que ver, porque es fácil mencionar un montón de títulos que, a pesar de contar con un reparto de lujo y una promoción de primera clase, fracasaron estrepitosamente en la taquilla. No basta con estrenar cualquier cosa para ganarse al público. Imaginemos que un productor tiene que elegir entre dos películas, una es una secuela de una saga y la otra es un guión totalmente original. La primera, según los estudios, tiene prácticamente garantizada una recaudación que superará ampliamente los costes de producción y la segunda, tal vez sea un gran éxito, pero tal vez sea un enorme fracaso. ¿Qué guion elegirá el productor?

Por tanto, la cuestión que realmente hay que preguntarse es ¿qué le ocurre a la generación actual que es incapaz de resistirse al hechizo de la continuación de una película que ya les gustó antes? Tal vez nos quejemos de que ya vamos por el tercer Spiderman de los últimos veinte años y ya hemos perdido la cuenta de Batmans que hemos visto en la gran pantalla, pero de todas maneras pagaremos religiosamente la entrada para ver la película, aunque solo sea para criticarla a la salida.

No es fácil encontrar la causa por las que las mismas ideas consiguen tener siempre este efecto hipnótico. Tal vez sea por el auge durante los últimos años de géneros, la acción y la fantasía, que se adaptan particularmente al formato episódico. Resulta fácil encontrar otra historia para Supermán, para lo que basta con inventarse un villano diferente y una nueva amenaza. Sin embargo, es probable que la causa sea menos evidente. Tal vez el bombardeo de la información al que no somete internet nos hace que corramos a refugiarnos en historias y personajes ya conocidos. O quizás seamos una generación tremendamente mitómana que es capaz de perdonarle todo a sus ídolos de juventud. Incluso es posible que esta repetición de argumentos no sea más que otros signo de inmadurez de una generación de Peter Panes que se niegan a crecer y, quizás, la invasión de secuelas solo arreciará cuando tomen las riendas los hijos de esta generación.