lunes, 13 de junio de 2016

Almas gemelas

Siempre he creído en el amor a primera vista, las medias naranjas, los espíritus afines y cualquier otra teoría que le dé un ángulo de predestinación a las relaciones humanas. Y no, no estoy hablando solo del amor romántico, aunque también, porque creo que lo mismo podría decirse de la amistad o, incluso, del mundo profesional, porque encontrar a alguien con el que pareces encajar a la perfección es siempre algo maravilloso. No es que haya cambiado de opinión, pero hace unos días me he dado cuenta de que, inconscientemente, siempre había pensado que bastaba con encontrar a ese alguien especial y cuanto te encontraras cara a cara solo habría que dejarse llevar.


Ahora no pienso exactamente así. Sigo creyendo que existe una química inexplicable y valiosa que hace ciertas personas nos completen, pero ya no pienso que baste con dejarse llevar, porque tener la posibilidad de entablar una relación especial con alguien, es como tener talento para la pintura: tenerlo no te garantiza que vayas a ser un gran pintor si no le dedicas el tiempo que hace falta. De la misma manera, tener talento para convertirse en alguien especial para una persona no te asegura que vayas a serlo.

Dicho así, podría parecer solo repetición más del tan antiguo «quién algo quiere, algo le cuesta», «no hay recompensa sin esfuerza» y cualquier otro citao refrán destinado a oponer algo negativo a algo positivo. No es así como lo veo, porque creo que el precio a pagar en este caso puede ser tan grato como la recompensa que se pueda obtener. A fin de cuentas, ¿qué interés puede tener vivir si no es para dedicarle ese tiempo a lo que de verdad te importa? Por tanto, no es que haya descubierto ningún lado oscuro, tan solo que lo que antes me parecía un instante ahora me parece un intervalo de tiempo y que en esas parejas felices que llevan cincuenta años juntas, tengo la sensación de que es precisamente después de cincuenta años cuando se han convertido en almas gemelas.

viernes, 19 de febrero de 2016

Facebook también tiene sus sentimientos

Hace poco que Facebook incorporó la posibilidad de reaccionar con diversos sentimientos a las entradas, lo que sin duda era una manera de ampliar las posibilidades del famoso botón «Me gusta» sin liarse a herir sensibilidades a destajo.

Aunque probablemente sea una buena manera de hacer algo difícil, tengo la sensación de que tampoco resulta excesivamente útil. Probablemente le sirva al que publica las entradas para ver las reacciones mayoritarias que suscitan, pero no son tan útiles para los lectores ya que, en caso de que opten por ir más allá del botón de toda la vida, más bien tendrán que adivinar cuál es el botón adecuado, ya que es evidente que sería extraño reaccionar a una foto de tu sobrino favorito con un iconito de enfado o a un amigo que se lo pasa pipa en una fiesta con un torrente de lágrimas.


Más útil sería que hubiera un botón que permitiera especificar con qué sentimiento se escribe cada entrada. Así, sería posible indicar si uno está triste, se siente feliz o, sencillamente, quiere que nadie olvide las injusticias y las miserias de este mundo.

Este botón sería tremendamente útil para los lectores si se ofreciera la posibilidad de filtrar a nuestros contactos por estados de ánimos, tanto de manera general como particular. Por ejemplo, podríamos dejar de ver las entradas de nuestro primo Fulanito, al que adoramos, pero que nos carga cuando se pone a contar chistes, o podríamos quitar de nuestro muro completamente todos los comentarios políticos de todos nuestros amigos, que son unos derechones/izquierdones perdidos. Aparte de convertir nuestro muro en un lugar mejor, probablemente serviría también para nuestro propio crecimiento personal, dado que varios estudios psicológicos han señalado que esforzarnos en poner un nombre a nuestros sentimientos suele hacer que los llevemos mejor.

Aunque, por supuesto, no sé si a quienes dirigen Facebook esta idea les atraería en particular, porque nos haría plantearnos como nos sentimos cada vez que iniciamos sesión en este sitio y no estoy seguro de que las implicaciones que tendría tomar consciencia de eso.

miércoles, 20 de enero de 2016

La cuesta de enero y cómo llegar a finales de mes (y ii)

Vamos a continuar con el método de control de gastos del que hablé en la entrada anterior. Si te interesa este tema, es imprescindible que leas la entrada anterior o todo lo que leas a partir de este momento te sonará a chino. Es decir, la entrada anterior tal vez te sea útil aunque no leas esta, pero si no lees la anterior, esta no te servirá de nada.


En resumen, la hoja de cálculo que vimos en la entrada anterior respondía a la pregunta «¿Cuánto tengo que ahorrar cada mes?». Ahora responderemos a una pregunta más interesante, que es «¿Cuánto puedo gastar cada día?». Tal como vimos, el problema suele ser que no calculamos bien los gastos que tenemos que afrontar. Para no perder de vista en ningún momento nuestra situación económica, encontremos la respuesta a esta pregunta en la pestaña «Mensual». Ábrela y verás que hay una lista en la que he rellenado un par de filas a modo de ejemplo, correspondientes al mes de enero.

Tras rellenar la hoja anterior, habíamos descubierto que, para llegar a finales de mes durante todo el año sin sobresaltos, en enero teníamos que ahorrar 130 € (celda B13 de la hoja «Anual»). También tenemos que saber el dinero que tendremos que gastar ese mes, que en enero son 620 €. Esos son los únicos datos de esa hoja que necesitaremos para rellenar la otra hoja.

Esto es lo que tendremos que gastar y lo que tendremos que ahorrar en enero.
Comencemos por la primera fila (que en este caso es la fila 2). Imaginemos que es el primer día del mes, así que hemos escrito un 1 en la celda A2. La siguiente celda se actualiza indicándonos que al mes le quedan 31 días (incluyendo el actual). El siguiente dato que hay que introducir es el dinero del que dispondremos mes, es decir, lo que tenemos en el banco, en nuestra cartera, etc. Al igual que ya comentamos, ante la duda, es mejor quedarse corto y por lo general, basta con saber lo que tenemos en el banco (a menos que tu costumbre habitual sea guardar el dinero en el colchón).
Resumen de nuestra situación económica el día 1 de enero.
Vamos a suponer que tenemos 1100 € en el banco, así que escribimos este número en la celda C3. Los dos números siguientes son el dinero que tendremos que gastar este mes (620 €, tal como hemos indicado antes) y el dinero que tenemos que ahorrar (130 €, como también hemos indicado). ¡Y ya está!

Ahora lo interesante son los datos que aparecen en las columnas siguientes. Al igual que en la hoja anterior, no escribas nada en las celdas coloreadas. Veamos lo que significan estos datos:
  • La columna «Importe restante», sencillamente se nos indica lo que nos sobra cuando paguemos los gastos que tenemos pendientes para ese mes y ahorremos lo que necesitamos. En este caso, son 350 € (celda F2).
  • La siguiente columna, «Disponible/día», es más interesante y nos dice lo que podemos gastarnos cada día y, aún así, llegar bien a finales de mes. En este caso, tenemos nada menos que 11,29 € para gastar todos los días en nuestras compras diarias que, básicamente serán todo lo que no hemos incluido en la hoja anterior.
  • La columna «Ahorro a fin de mes» es, por último, la que mejor resume nuestra situación y se basa en suponer que, más o menos, gastaremos todos los días lo mismo. Por ejemplo, si compramos el pan, nos tomamos un café o comemos en un restaurante, tal vez nos parezca que la cantidad que gastamos cambia mucho de un día a otro, pero lo cierto es que de media, suele ser siempre lo mismo. En este caso, he supuesto que se gastan 10 € al día. Pues bien, esta columna indica el dinero que tendremos a finales de mes si pagamos los gastos pendientes, ahorramos lo necesario y también gastamos todos los días 10 €. Tal vez sea la columna que más cuesta entender en un principio, pero es la más útil, porque es un indicador excelente de nuestra salud económica. Hablando en plata, esta columna nos dice lo que nos podemos gastar de una vez sin que nos veamos asfixiados. En este caso, es un número positivo 40 € (celda H2), por lo que podemos gastarnos 40 € en lo que queramos sin que nos falte dinero (siempre que hayamos hecho bien las cuentas). Pero ¡cuidado!, este valor también puede ser negativo (y desgraciadamente suele serlo con frecuencia), lo que indica que nos falta dinero para llegar bien a fin de mes. En tal caso, tendremos que bajar nuestros gastos por debajo de la media de 10 € que hemos supuesto para volver a controlar los gastos. Lo divertido es que, como cada día se supone que podemos gastar 10 €, si pasa un día sin que gastemos nada, nuestra deuda final disminuirá en esos 10 €.
Podemos recurrir a esta hoja siempre que nos interese saber qué tal vamos. Por ejemplo, he repetido los cálculos para el día 16, en el que el dinero en la cuenta se ha reducido a 450 € y los gastos se han reducido a 100 € (suponiendo que para ese día, ya hemos pagado el alquiler y la electricidad), con lo que el ahorro a fin de mes sube a 60 €. Por lo general, no es necesario hacer estas cuentas a diario. Normalmente, con dos o tres veces al mes suele bastar, aunque podemos utilizarlo cada vez que queramos valorar si podemos permitirnos un gasto o no.

Si bien la hoja anterior era más pesada de rellenar, tal vez esta requiera un poco más de tiempo para comprenderla. Creo que con el ejemplo debería resultar más fácil. La idea clave es calcular para cada día, el dinero que tenemos y el que tendremos que pagar.

Es posible que el concepto más novedoso sea el gasto diario (aunque sea una celda coloreada, puedes cambiarlo en la columna H sustituyendo el 10 por el importe que suelas gastar al día).

Personalmente, este método me ha servido como báscula para pesar mi situación económica durante más de diez años. Aunque he comentado lo más importante, hay algún que otro truquillo que hacen este método sea más eficaz y flexible, pero he preferido omitirlos por no complicar la explicación.

Como siempre, para cualquier duda, me encantará responder a cualquier duda.

viernes, 15 de enero de 2016

La cuesta de enero y cómo llegar a finales de mes (i)

Estas Navidades, mis padres comentaban que cuando era pequeño y me daban unas monedas, me faltaba tiempo para correr al quiosco más cercano a gastarlo en lo que fuera. Por lo visto, alguna que otra vez le dije al quiosquero «¿Qué me das por esto?» y ni siquiera me molesté en recoger la vuelta, porque si no me servía para comprar nada, no me interesaba. Aunque no recuerdo exactamente esa anécdota, no me resulta extraña, ya que el dinero siempre parece quemarme en las manos y, en cuanto lo tengo, lo primero que hago es pensar en qué puedo gastarlo.

Esta tendencia al gasto tiene su gracia cuando eres un niño y lo peor que puede pasarte es que luego tengas que renunciar a otras cosas que te gustan más. Sin embargo, cuando creces, comienzas a trabajar y tienes que pagar un montón de facturas, no resulta nada divertido quedarse a cero a mediados de mes y tener que pedir dinero para acabar el mes.

Evidentemente, cuando comencé a cobrar un sueldo, no gastaba el dinero exactamente con la misma facilidad que cuando era pequeño, pero aún así tenía una peligrosa tendencia a gastar de más y, con frecuencia, llegaba a finales de mes con la cuenta corriente en números rojos. Como esta situación no es nada agradable, desarrollé un método para controlar los gastos, primero en papel y más tarde una hoja de cálculo, que he ido refinando hasta que ahora es poco habitual que tenga problemas para llegar a finales de mes.

Teniendo en cuenta lo mucho que me sigue gustando gastar dinero, estableciendo una analogía entre este método y el adelgazamiento, vendría a ser una dieta que ha conseguido que alguien con un metabolismo extremadamente lento se mantenga en su peso. Y, al igual que ocurre con los métodos para bajar de peso, los resultados no son inmediatos ni se consiguen sin ningún esfuerzo. No es que el método sea muy complicado, pero sí que es hay que dedicar un rato a comprender el sistema y, sobre todo, a ponerlo en marcha. Eso sí, una vez asimilado, es muy sencillo y apenas cuesta mantenerlo.

Para que esta entrada no acabe resultando siendo kilométrica, voy a dividir el método en dos partes. En esta primera explicaré la parte anual y en la siguiente la parte mensual.

La idea en la que se basa el método es que no somos conscientes de los gastos que tenemos y tendemos a subestimarlos. Es decir, a primeros de mes nos ingresan el sueldo, calculamos los gastos que tendremos y pensamos que tenemos holgura para gastarnos un dinero que en realidad luego nos hará falta. Y es que desgraciadamente lo normal es que todos los meses haya algún gasto anormal que hará que se nos desbaratará el presupuesto.

Las buenas noticias son que esos gastos inesperados en realidad no lo son tanto. Por ejemplo, si tenemos que pagar los impuestos municipales, tal vez el primer año nos llevemos el susto, pero a partir de ese momento, deberíamos tener ya una idea de cuánto dinero necesitaremos y cuándo. Basta con anotar todos estos gastos y podremos hacernos una buena idea sobre los gastos que tendremos todos los años.

Aunque puedes crearte tu propia hoja de cálculo para anotar estos gastos, probablemente te resulte más fácil seguir este método si te descargas la hoja de cálculo que encontrarás aquí en formato .ods (LibreOffice) o aquí en formato .xls. Ábrela y debería estar seleccionada la pestaña Anual. Si no lo está, elígela. Esta hoja de cálculo sencillamente indica los doce meses del año y los gastos previsibles que hay en cada uno de ellos. He incluido en la hoja de cálculo datos de ejemplo que he intentado que sean de aplicación general. Por ejemplo, en enero, hay que pagar el alquiler, la electricidad, el agua y el teléfono, en febrero hay que pagar el alquiler, el agua, el teléfono y el gimnasio.

El primer paso consiste en incluir en esta hoja de cálculo absolutamente todos los gastos previsibles que tengas cada año. Si necesitas más filas, añade todas las que quieras para anotar tus gastos. Lo importante es que no cambies las celdas coloreadas, que se actualizan automáticamente.

¡Ojo! Aunque los gastos que he incluido son los más habituales si, por ejemplo, cumples años en julio y te sueles gastar 400 € en invitar a la gente, ¡inclúyelo también! No hace falta incluir cada euro que gastes, pero cuanto más incluyas, más precisos serán los resultados.

Tal vez pienses «Hay gastos que son fijos, pero otros varían según el mes, ¿cómo sé lo que voy a gastar?». Bueno, aunque no lo sepas al detalle, tendrás una idea. Es preferible pasarse que quedarse corto, pero cualquier cantidad sirve de ayuda. Por ejemplo, la factura de electricidad suele variar bastante, pero con indicar el último importe en todos los meses, ya será una buena aproximación que podrás corregir más adelante. También puede serte de ayuda desglosar un gasto. Por ejemplo, si el concepto «Tarjeta de crédito» resulta ser muy variable, divídelo según las cosas que compres con la tarjeta, como por ejemplo «Gasolina» y «Supermercado». Verás que no cambian tanto de un mes a otro.

Esta es la parte más pesada, ya que tendrás que dedicar un tiempo a revisar facturas y, durante el primer año, tal vez descubras que se te han olvidado cosas, pero si completas un año, descubrirás que al año siguiente apenas tienes que retocar nada.

Todos los gastos de enero.
Solo con rellenar esta hoja, descubrirás patrones que tal vez antes se te hayan pasado desapercibidos. El gasto medio para este ejemplo es de 625 € (celda B11), pero hay meses que se separan considerablemente de este valor. Por ejemplo, octubre es un buen mes, ya que solo hay tres gastos que suman un total de 500 € (celda K9). Sin embargo, en el mes siguiente se unen nada menos que seis gastos, por un total de 1020 € (celda L9), algo más del doble que el mes anterior. Por tanto, si en octubre has gastado de más, pensando que te sobraba dinero, es posible que noviembre te ponga en un aprieto cuando tengas que enfrentarte a muchos más gastos de los habituales.

La clave para no caer en negativo en ningún momento está en la fila 13, donde se indica el dinero que hay que reservar al final de cada mes para no tener problemas. Por ejemplo, en enero tenemos que tener ahorrado 130 € (celda B13), en febrero 135 € (celda C13), en marzo 140 € (celda D13), etc. Si cumplimos este objetivo, ningún mes podrá sorprendernos. Continuando el ejemplo anterior, si en octubre terminamos con los 415 € de ahorro que nos recomienda el mes anterior, noviembre no será ningún problema.

Calcular y anotar los gastos mensuales ya es algo que nos entretendrá un tiempo, así que nos por hoy nos pararemos en este punto. Lo que queda es mucho más sencillo y, en cualquier posible, es posible que con esta pestaña que hemos visto tal vez te baste para organizarte mejor.

Si tienes cualquier duda sobre lo que he comentado o quieres saber más sobre el razonamiento en el que se basa el método, no dudes en escribirme. Si lees este blog, probablemente sabrás mi dirección de correo y, si no es así, escribe un comentario y me encantará responder a cualquier duda.

lunes, 11 de enero de 2016

Dioses y hombres

[...] los hombres tienden a pasarse la mitad de la vida buscando dioses. Y la otra mitad tratando de inmunizarse ante ellos. [...]